El coco, cada vez más presente en nuestra dieta
El consumo de coco se multiplica, gracias al auge de la leche de coco y el aceite de coco.
El coco es una fruta tropical de múltiples propiedades y beneficios, que lo convierten en una fuente de salud en cualquier época del año.
Proviene del cocotero, una especie de palmera de origen tropical y una de las más cultivadas a nivel mundial. Los exploradores portugueses y españoles lo bautizaron con ese nombre al observar en su apariencia exterior cierta similitud con el personaje usado para asustar a los niños durante la infancia. Los mayores índices de producción se da en países como Indonesia, Filipinas y La India y sus derivados más populares son el agua de coco, el aceite de coco, la leche de coco y la manteca de coco.
El coco resulta un alimento apto para todas las edades, por sus cualidades antioxidantes, inmunoestimulantes y antiparasitarias, entre otras. De entre los nutrientes esenciales, el coco aporta al organismo hierro, sodio, zinc, magnesio, flúor y fósforo; además, para aquellos que practican algún deporte, el coco es capaz de mantener un rendimiento óptimo del cuerpo por sus características hidratantes y energéticas y ayudar a regular la presión sanguínea.
La leche de coco
La leche de coco es conocida por sus importantes beneficios nutricionales y por su carácter de fruto curativo. Se obtiene tras triturar el coco maduro, exprimiendo la pulpa y constituye una fuente de riqueza en hidratos de carbono, proteínas, vitaminas y minerales. Su uso predomina en las cocinas de Asia y de países como Costa Rica, Puerto Rico o Ecuador, empleado como ingrediente de salsas, bebidas y en la preparación de carnes y pescados. La aportación de fibra de la leche de coco mejora el tránsito intestinal y colabora en la prevención de ciertas enfermedades. Se trata de una bebida que contiene una importante proporción de grasas saturadas, motivo por el cual debe consumirse de una manera moderada.
La leche de coco es un valioso sustitutivo de la leche de vaca, al no contener lactosa, dando lugar a una alternativa en la dieta, evitando la intolerancia y los consecuentes problemas digestivos. Tampoco contiene glucosa ni fructosa, alcanzando un nivel de azúcar de tan solo el 2%. La leche de coco contiene también ácido láurico, un tipo de grasa saturada de cadena de doce átomos de carbono y que metaboliza en monolaurina, fundamental para eliminar patógenos peligrosos como virus, bacterias u hongos. La leche de coco colabora en mantener la piel elástica, los huesos fuertes y ayuda a mantener el peso. Asimismo, disminuye la presión arterial y la inflamación de las articulaciones, previene la obesidad y no presenta efectos secundarios.
El aceite de coco, un superalimento
El aceite de coco se extrae de la pulpa seca de los cocos. Utilizado en gastronomía, su sabor consigue aportar una pincelada de dulzura en panadería y pastelería, además de utilizarse en productos de confitería y aperitivos. En la industria sirve de materia prima como combustible y sus derivados pueden llegar a usarse como herbicidas. El aceite de coco posee unos beneficios que lo llevan a ser considerado como “superalimento” y su consumo, entre otros beneficios, ayuda a crecer el pelo sano otorgando una calidad brillante. El ácido láurico que contiene contribuye a prevenir problemas cardíacos y el colesterol alto y sus propiedades hidratantes evitan la sequedad y la descamación de la piel.
Las grasas saturadas incluidas en la composición del aceite de coco tienen la ventaja de facilitar la absorción de vitaminas, minerales y aminoácidos y ayudan, también, en la prevención de molestias digestivas. Usado como principal aceite de cocina, ayuda a las personas con problemas de sobrepeso, quienes encuentran en el aceite de coco el aliado perfecto, al ser fácil de digerir mejorando el funcionamiento del sistema endocrino.
Existen ciertas variedades del aceite de coco: puro, refinado, virgen, extra virgen, orgánico y vehicular, este último utilizado en aromaterapia y en otros tratamientos que incluyan algún tipo de masaje. 
