Acerola, la fruta elixir de vitamina C
La Acerola, de olor dulzón, sabor agridulce y una forma muy parecida a la manzana pero del tamaño de una cereza, tiene el privilegio de ser una de las frutas con mayor contenido en vitamina C.
Acerola rojo por fuera, amarillo por dentro
La acerola, de color rojizo por fuera, es un fruto de color amarillento que contiene tres pepitas. De textura suave y jugosa, el sabor agridulce de la acerola nos da una pista sobre su alto contenido en vitamina C. Los principales países productores de la acerola son Brasil y Puerto Rico, que son a su vez, sus principales consumidores aunque en los últimos años se ha extendido su consumo también por Europa.
Acerola, muy rica en vitamina C
La acerola es una fruta con un alto contenido en vitamina C, por lo que resulta muy favorable para la salud. Si la naranja contiene de 500 a 4.000 ppm (parte por millón) de vitamina C, la acerola natural posee entre 16.000 y 172.000 ppm de vitamina C. Es decir que la acerola contiene entre 20 y 30 veces más contenido de vitamina C que una naranja.
Además de vitamina C, la acerola posee vitamina B1, B6, vitamina A y flavonoides. La acerola también aporta una serie de minerales indispensables para la formación de los huesos como son el calcio, potasio, magnesio y el fósforo, así como contribuye con un aporte de hierro.
Propiedades de la Acerola para el organismo
En la actualidad la acerola es considerada como uno de los productos más valiosos a la hora de potenciar las defensas de nuestro organismo y protegerlo de resfriados. Tanto la fruta como el jugo de la acerola se utilizan en Brasil para curar la disentería.
No hay que olvidar que la vitamina C favorece la absorción del hierro por lo que es muy importante que la acerola posea no sólo grandes cantidades de vitamina C, sino también de hierro. Además, la vitamina C afecta a la fertilidad siendo importante para aquellas personas que quieran tener hijos pues aumenta el poder de concepción, ya que mejora el fluido cervical, básico en el transporte de los espermatozoides al cuello del útero, destino final para engendrar. Sin un adecuado flujo cervical los espermatozoides no serían capaces de sobrevivir y llevar a cabo el proceso de reproducción.