Desconfía de los milagros: estar en forma lleva su tiempo
¿Cuánto tiempo es necesario entrenar para notar resultados visibles en el espejo?
Ésta es una de las preguntas más frecuentes a la hora de iniciar un programa de entrenamiento. Su respuesta no es sencilla, puesto que cada cuerpo es diferente y el entrenamiento no es una ciencia exacta. Así pues, las promesas del tipo: “luce abdominales en una semana” o “silueta perfecta en quince días”, deben ser motivo de desconfianza.
A este respecto, hay que tener en cuenta que los cambios empiezan primero por dentro y después se notan por fuera. Es decir, los michelines, la celulitis, la flacidez, etc, forman parte del código que utiliza el cuerpo para comunicarnos que algo en nuestro interior no funciona como debería. Por tanto, no constituyen el problema en sí mismos, sino que son los síntomas, la cara visible del problema. La solución fácil y rápida es centrarse en los síntomas, por ejemplo, hacerse una liposucción para hacer desaparecer los michelines; la solución definitiva es centrarse en la causa que origina los síntomas: hacer ejercicio bien planificado, junto con una alimentación sana, para mejorar el funcionamiento de nuestro organismo.
Si elegimos esta opción, tenemos que saber qué tipo de constitución tenemos, puesto que esto condiciona el entrenamiento. Según Herbert, existen tres tipos de cuerpo o somatotipos: ectomorfo (delgado), endomorfo (redondeado) y mesomorfo (musculado). Todos tenemos un porcentaje de cada uno de ellos, pero siempre hay uno o dos predominantes. Los ectomorfos tienen un metabolismo muy acelerado, por lo que les resulta sencillo mantener un bajo porcentaje de grasa. En contrapartida, les cuesta mucho ganar músculo, aunque como poseen una gran capacidad de recuperación pueden soportar numerosos entrenamientos semanales. Los endomorfos son todo lo contrario. Su metabolismo es lento, por lo que acumulan grasa con facilidad y se recuperan a menor velocidad que el resto de somatotipos. Sin embargo, si entrenan con seriedad y cuidan mucho su alimentación, pueden ganar fuerza y músculo más fácilmente que los ectomorfos. Por último, los mesomorfos, a los que les resulta sencillo ganar músculo y, salvo que se sobrealimenten, no tendrán problemas de peso, aunque ganan grasa con más facilidad que los ectomorfos.
Otro aspecto importante es que el cuerpo tiene memoria, es decir, los resultados visibles en el espejo tardarán menos en aparecer si ya hemos estado en forma en el pasado y el cuerpo simplemente tiene que “recordar”, que si nunca hemos hecho ejercicio de forma regular. Es curioso observar que después de navidad y poco antes del verano, la gente acude en masa a apuntarse a los gimnasios, con la esperanza de conseguir mucho en poco tiempo. Más de la mitad de esa gente abandona al mes siguiente sin haber conseguido lo que pretendía. Y es que, como decía Rousseau, la paciencia es amarga, pero su fruto es dulce.