Rinoplastia: la cirugía de la nariz
La cirugía de la nariz es uno de los mayores retos para el cirujano plástico: es la combinación de la ciencia con el arte, de la técnica con la sensibilidad.
La rinoplastia es una de las intervenciones más frecuentes en nuestro país, especialmente en hombres y su objetivo principal es conseguir el mayor efecto armónico, no sólo de la nariz como estructura separada, sino de la nariz con respecto al resto de la fisonomía facial. En realidad se busca el hacer la nariz que le corresponde a los rasgos que presenta cada paciente y, además, que la nariz tenga un efecto natural, que no se evidencie como una nariz operada.
Para obtener el equilibrio de las proporciones se han intentado multitud de artilugios, como el rinómetro o medidor de las dimensiones de la nariz de principios de siglo, sin embargo, sólo mediante la sensibilidad artística podemos acercarnos a la armonía natural en los resultados.
Bajo estos principios se aborda una de las facetas más interesantes de la cirugía estética: la posibilidad de modificar el rostro humano. En la configuración del perfil intervienen líneas rectas, curvas, ángulos, salientes y entrantes. El perfil depende de la forma y tamaño de la nariz, del volumen del mentón, de la curvatura y angulación de la frente, de las dimensiones y proyección de la boca y del ángulo y de la línea del cuello.
La nariz es la estructura más saliente y central de la cara que se equilibra con los extremos, el mentón y la frente. Sus dimensiones, aunque tienen un valor relativo con respecto a las otras partes y al todo, al mismo tiempo poseen un valor absoluto u objetivo, demostrable por estudios especiales que comprenden la fotografía, radiografía y cefalometría. A pesar de ello, sigue siendo la sensibilidad la que determina, en la mayoría de los casos, el tipo de alteración que presenta un rostro. La rinoplastia modifica su forma, tamaño y posición.
No hay que olvidar que la nariz presenta una evidente influencia hereditaria, familiar y racial, cuyos rasgos se enfrentan con unos atributos de belleza arbitrarios y a su vez dependientes de múltiples factores sociales.
No cabe duda que por encima de éstos ha de prevalecer la satisfacción del propio individuo con su fisonomía: haz de tus defectos tus mayores virtudes es una máxima eficaz, aunque desgraciadamente no siempre válida. Por último, una nariz es normal cuando además de guardar ciertas proporciones se encuentra en armonía con las demás estructuras de la cara.
A veces algún paciente acude al cirujano plástico insatisfecho con la nariz que Dios le dio, saca del bolso un recorte de revista con la foto de una persona famosa y, dejándolo cuidadosamente sobre la mesa dice: “¡Doctor, a mí me gustaría tener una nariz así!”
Infelizmente y en realidad, no es fácil reproducir un tipo de nariz determinado. Es más, muchas veces esto es imposible debido a las limitaciones impuestas por las características de la nariz en cuestión: una piel gruesa y unos cartílagos fuertes impedirán conseguir una nariz fina y delicada.
De todas formas, lo más importante sigue siendo el entendimiento entre paciente y cirujano para, entre ambos, elegir el tipo de nariz más adecuado a las particularidades del rostro. Esto puede necesitar más de una consulta, pues es fundamental estudiar detenidamente cada caso y aclarar cualquier duda antes de la intervención.
La cirugía estética de la nariz puede tratar el caballete (dorso), la punta y el tabique (septo), dependiendo de las alteraciones que presente, y puede ser de disminución o de aumento.